LA PATRIA DEL POEMA
(SOBRE “PERÚ” DE TERESA ORBEGOSO)
POR MARIO PERA
En Perú las heridas están expuestas. Llegan desde las diferentes voces de escritores, huacas, danzantes de tijeras, dioses occisos, viejas civilizaciones y un largo etcétera que nos hablan de un país en estado de gracia natural, pero en estado de desdicha habitual al no oír el eco de las experiencias de sus antepasados. Las metáforas caen en nuestros oídos como potentes huaycos que nos despiertan; y el gran nudo (o quipu) de la vida se afloja entonces lo suficiente para permitirnos atisbar, en tono de elegía, los hábitos que explican lo que las palabras sumergen. Así crea Orbegoso. Así construye el recuerdo de su país.
La geografía de este libro es tan extensa como la de nuestra nación. Pasa por la infancia y la primera juventud de su autora. Por sus relaciones de familia, la historia de su país, el misticismo no católico y las referencias a la cultura peruana precolombina y colonial en los que, verso a verso, la poeta labra los poemas al ritmo de un huayno y zapateo muy íntimo, para sorprendernos y revelar ante nosotros las nuevas formas que adopta la evocación del pasado bajo el peso de su pluma. A su vez, la historia nacional trabaja en conjunto con la personal cruzando la introspección para adoptar la voz de aquello que le generó los sinsabores. La familia, y como dije en particular la figura del padre como maestro y creador, es la piedra angular en torno a la que giran estos poemas como una pulsión continua que nace de la memoria para manifestar el mundo tal como lo vio y lo vivió la poeta, un mundo que no siempre fue perfecto pero sí aleccionador, a través de un bien estructurado paralelo entre la patria (la eterna madre) y el padre.
Es así como Perú, de Teresa Orbegoso, desciende y se abre camino entre los escombros y las tramas del pasado, no para lamentarlo sino para hilvanar, a partir de él, los nuevos nudos que resistirán el peso de los recuerdos y, también, el de los nuevos tiempos.